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La industrialización de la construcción toma forma en un sector en transformación 

La industrialización ya no es un concepto de futuro, sino una realidad que gana terreno en la construcción. En un momento en que el sector afronta retos estructurales —desde la escasez de mano de obra cualificada hasta la necesidad de mejorar productividad, calidad y sostenibilidad—, la industrialización aporta respuestas tangibles que ya se han consolidado en proyectos reales. 

Este nuevo modelo se basa en trasladar el proceso constructivo a entornos controlados en las fábricas, donde priman las soluciones modulares de hormigón o híbridas, los sistemas integrados y los procesos estandarizados. La ejecución en instalaciones industriales permite reducir las tolerancias geométricas, conseguir unas mejores calidades, limitar los desperdicios y garantizar los plazos de producción. Además, la tecnología BIM posibilita conectar las máquinas productivas con los programas de diseño, reduciendo errores y permitiendo una trazabilidad completa del proceso productivo.  El poder anticipar la fabricación de las piezas y sistemáticas muy eficientes en el montaje son las claves para una reducción importante de los plazos, que pueden llegar a representar el 35% del total de la obra. 

Otra de las grandes aportaciones de la industrialización de la construcción son las condiciones de trabajo. Algunos trabajadores pasan de trabajar a la intemperie a desarrollar sus tareas en entornos industriales controlados, donde la ergonomía y las condiciones de trabajo mejoran sustancialmente. Asimismo, al mover el proceso productivo a fábrica, los trabajadores no han de cambiar constantemente su puesto de trabajo como harían en la construcción tradicional. No obstante, la mejora más sustancial que aporta la industrialización es la reducción de los índices de siniestralidad, ya que los entornos industriales están pensados y controlados también para evitar accidentes. 

La constante evolución de los equipamientos industriales también acelera la evolución de los puestos de trabajo hacia perfiles con requerimientos más tecnológicos, que aportan un valor añadido a la construcción. La suma de entornos más controlados y equipos que reducen sustancialmente la demanda de esfuerzos están acelerando la incorporación de la mujer en un sector tradicionalmente muy masculinizado.  

Industrialización frente a la construcción tradicional 

La industrialización ha llegado para aportar valor al sector en aquellos procesos que lo permitan. Hoy por hoy, no todo es industrializable, por lo que coexistirán ambos sistemas, siendo la experiencia la que determine cuál es el mejor método de construcción en cada caso.  

A diferencia de otras industrias, la construcción es un sector donde los índices de productividad no han mejorado con el paso de los años. La industrialización en algunos procesos constructivos será una palanca que debe permitir mejorar la productividad y finalmente también el coste de construcción. 

La construcción industrialización dará solución a la creciente pérdida de operarios especialistas en oficios tradicionales (albañiles, encofradores, ferrallas, etc), creando nuevos perfiles asociados a la industria (técnicos de mantenimiento de equipamientos, ingenieros de software, operadores de maquinaria industrial, montadores, ensambladores, etc), que incrementarán la oferta constructiva, hoy en déficit frente a la demanda. 

Por último, la industrialización puede dar una respuesta a uno de los grandes retos del sector: la sostenibilidad. Este método reduce los desperdicios y es más eficiente energéticamente. La incorporación de materiales reciclados, de cementos y aceros con menor huella de carbono y energías renovables en los procesos de fabricación contribuirá a una reducción del impacto medioambiental del sector. 

Publicado en El Economista